Con motivo de las Fiestas Patrias, el día de hoy quiero compartirles la forma en la que mi familia y yo pasamos estas fechas.
Primero que nada aclararé que es costumbre en mi familia juntarnos a convivir por cualquier motivo, por mas insignificante que parezca (de esos motivos tipo “día del taco”), pues bien obviamente el 15 de septiembre no fue la excepción. Rigurosamente todos los años nos juntamos a cenar y a pasar un tiempo en casa de algún tío o tía, este año fue en casa de mi Tío Alberto; la cena estuvo compuesta por los antojitos típicos de esta temporada: sopes, tostadas, gorditas y tlacoyos (y luego nos quejamos de cómo estamos :D).
Para acompañar tan suculentos manjares, las bebidas no podían faltar, desde las más sanas como las clásicas aguas de sabor (jamaica y horchata) hasta las un poquito más fuertes como el tequila o el ron, aunque ya entrados en gastos hasta el ponche salió a relucir.
Después de disfrutar la merecida cena, llegó el turno del baile, sí, ese momento en el que cada quien sacó sus mejores pasos y miren que el baile no es lo mío pero como dice mi mamá: “de ver dan ganas” así que intenté coordinar algunos pasos para no quedarme atrás y hacerle frente al mp3 que según el comerciante que se lo vendió a mi primo “traía todo para sus fiestas”, la sesión de baile se prolongo hasta las 3 de la mañana, hora en la que fuimos vencidos por el cansancio.
Así concluyó una más de mis celebraciones de las Fiestas Patrias, ahora sólo me queda volver a la realidad estudiantil, en la cual tengo que hacer todas las tareas que me dejaron para entretenerme un rato este fin de semana.
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