La entrada de hoy está dedicada a los reencuentros. Ustedes se preguntaran por qué, pues le diré que finalmente después de algún tiempo de no vernos, me reencontré con mis amigas de la secundaria, si bien nunca dejamos de comunicarnos, no habíamos tenido la oportunidad de estar juntas muy seguido. Parecería que fue ayer cuando nuestros caminos se separaron, sin embargo han pasado ya 7 años desde que dejamos de vernos continuamente y cuánto no ha pasado en ese tiempo.
Para que se den una idea, les diré que nuestro reencuentro se dio en un evento poco común o mejor dicho en un evento que años atrás no hubiéramos imaginado, al menos no a esta edad: una despedida de soltera.
Así es, en la despedida de soltera de una de ellas, curiosamente la menor del grupo de amigas y la primera que llegará al altar en los próximos días. Por supuesto, dicha noticia aún no asimilo; pero si de eso no me cae el veinte, mucho menos de las noticias que mi otra amiga nos comunicó justo en ese momento: para empezar con sus escasos 21 años ya está casada (debo admitir que me sorprendió pero pues ya me empiezo a acostumbrar a esas noticias) sin embargo lo que si me dejó en shock fue la notica de que justamente ese día cumplía 4 meses de embarazo. Ahí fue donde me dí cuenta de que no soy buena recibiendo noticias de este tipo y menos tan repentinamente ya que de inmediato me puse a llorar como Magdalena.
Una vez más serena, me di cuenta que cada una de nosotras estaba cumpliendo el proyecto de vida nos imaginamos desde que íbamos a la secundaria, claro está, con algunas variantes en el tiempo, pero finalmente cada una está haciendo cosas con las que se sentía plena y feliz. Eso es lo único importante.